Mitología judía en el Tanaj
- Michael Telias - מיכאל טליאס
- Jun 20, 2005
- 9 min read
Una nueva serie, en la que empezamos a recorrer los lugares donde la Biblia judía se torna mágica. Comenzamos con los ángeles, esos seres misteriosos que median entre Dios y el hombre.
Max Müler define al mito como a toda narración, escrita o de transmisión oral, que contiene cierto elemento "súper-natural", "mágico" o "divino", y que refleja la cultura e identidad de cierto grupo social, como ser un pueblo, un país, una nación. El mito es la expresión de los deseos colectivos del pueblo. Es, a su vez, una herramienta con la cual es posible dar respuestas a preguntas filosóficas y científicas, difíciles de responder (etiología). El mito puede ser producto de la imaginación en un ciento por ciento, o puede existir también como la combinación de historia auténtica e imaginación folklórica que tiene como objetivo resaltar o eliminar ciertos eventos dentro de la historia. De esa manera, podemos decir que la Guerra de Troya, al parecer, tuvo lugar; sin embargo sería absurdo asegurar que Aquiles era inmune e inmortal en todo su cuerpo, fuera de su talón. Igualmente sabemos a ciencia cierta que el Rey David libró decenas de batallas contra los filisteos; lo que no podemos aceptar desde un punto de vista científico son aquellos relatos que cuentan de como Dios guió a David hacia la victoria inevitable.
A partir de estas definiciones y hechas tales aclaraciones, podemos comenzar a relatar los principales puntos que respectan a la mitología judía. Por razones de comodidad, se utilizará la comparación con la mitología griega, ya que es la más variada, conocida y apasionante de todas. Así como la mitología griega se basa en las obras de Homero y de Hesiodo –fuentes primarias– y en las tragedias de Eurípides y Sófocles –fuentes secundarias-, de la misma manera la mitología judía se basa en el Tanaj y en desarrollos post-bíblicos como ser el Talmud y el Zohar.
Semi-dioses y ángeles
En la mitología de muchos pueblos existe una casta de seres que ocupan una especie de término medio entre hombres (mortales) y dioses (inmortales). En la mitología griega son éstos llamados semi-dioses mientras que en la mitología judía (y por consiguiente en la cristiana y en la musulmana), son llamados ángeles (malajim). En ambas culturas estos seres divinos y misteriosos, son a su vez divididos en sub-clases (ángel, arcángel, serafín; ninfas, musas, gracias). La gesta de los ángeles en el Tanaj comienza en Génesis, y de una forma que nos recuerda mucho a la mitología griega. La narración (Gen. VI, 1-4), cuenta de como "vieron los hijos de Dios a las hijas del hombre" y sobre lo que pasó "luego de que se unieran los hijos de Dios con las hijas del hombre". La mística judía cuenta de los diferentes ángeles, de sus nombres y de sus funciones particulares. Una famosa explicación al nombre de Dios dado en plural (Elohim), dice simplemente que Dios es uno y es muchos, ya que los ángeles son inseparables de Dios y al mismo tiempo existen alrededor de Dios, sirviéndolo. Así es como el famoso versículo de la creación del hombre (Gen I, 26) es explicado por varios exégetas, que opinan que Dios habla en plural porque estaba conversando con los ángeles. Por supuesto que estas explicaciones son absurdas y su objetivo es cubrir la contradicción natural de una creencia que en sus principios surgió como un sincretismo entre monoteísmo y politeísmo.
Más allá de esto, el papel más importante de los ángeles es el de mediadores entre Dios y los hombres. Generalmente utilizados por Dios para transmitir mensajes a los hombres y no viceversa. Lo interesante es que en muchos casos, ángeles son presentados ante hombres con los cuales Dios habla directamente, como Abraham o Moisés. La pregunta obvia sería, claro está, ¿por qué la mitología judía se empecina en la utilización del personaje del ángel? La respuesta no es fácil de dar. Está claro que el mensaje del ángel es el de Dios. Está claro también que la misión que cumplen los ángeles en la tierra (como ser la destrucción de Sodoma y Gomorra), bien puede ser cumplida por Dios sin la mediación de los ángeles. Recordaremos que una de las más importantes misiones que dio Dios a los hombres fue la que cayó sobre los hombros de Noé: la construcción del Arca y la sobrevivencia del diluvio (Gen. VI – VIII). Sin embargo, Dios habla directamente con Noé sin la intermediación de ningún ángel. Hagamos un recuento de los diferentes y más relevantes encuentros entre ángeles y mortales. Los dividiremos en tres clases, aquellos encuentros que tuvieron como objetivo transmitir un mensaje a los hombres, aquellos que tuvieron como objetivo la acción física y concreta de un ángel (muchas veces ambos elementos van de la mano) y finalmente aquellos que son parte de visiones de los profetas. El ya referido encuentro entre los "hijos de Dios" y las "hijas de los hombres" lo dejaremos para más adelante, ya que no responde a ninguno de estos dos parámetros.
En el principio...
La primera figura del Tanaj en encontrar un ángel es, justamente, todo lo contrario a lo que podríamos imaginarnos. En primer lugar es mujer, y no hombre, dato fascinante e inusual considerando que, está de más decirlo, estamos tratando de un texto patriarcal. En segundo lugar, se trata de alguien que no está relacionada, genealógicamente hablando, con el pueblo judío. Recordemos que el Tanaj es "simplemente" el etos de la nación judía, por lo cual este segundo elemento es también sorprendente. Estamos hablando del cuento de la huída de Hagar (Gen. XVI, 6-14). El ángel ha venido a salvar a Hagar y a devolverla al servicio de Sara. Hagar se encuentra nuevamente con un ángel, cuando es expulsada finalmente de la casa de Abraham (Gen. XXI, 14-20). En medio del desierto, Hagar contempla la muerte de su hijo y la suya propia. El ángel la salva y le promete fama y fortuna a su hijo, Ismael, quien se transformaría, en términos de mitología del Medio Oriente, en el padre de la nación árabe, llamados en la antigüedad Ismaelitas.
Entre ambos episodios, una saga apasionante que mezcla tanto ángeles como conversaciones directas entre Abraham y Dios, tiene lugar. Estamos refiriéndonos, claro está, a la narración en Génesis XVIII – XIX. Tres ángeles han de anunciar a Abraham el nacimiento de su hijo Isaac. También le anuncian la inmediata destrucción de Sodoma y Gomorra. Dos ángeles han de salvar a Lot, a su mujer y sus dos hijas de las ciudades pecadoras. Es esta una narración fascinante que combina el papel de los ángeles como mensajeros y mediadores, con su papel como "protagonistas" y herramientas físicas. Otro relato que también contiene esta combinación de elementos es el final del casi sacrificio de Isaac (conocido en hebreo como Akeidat Itzjak). Abraham no duda en sacrificarle a Dios a su propio hijo, y un segundo antes de que el cuchillo penetre la carne del joven, un ángel retiene la mano de Abraham y le muestra un chivo que ha de ser sacrificado en lugar de Isaac (Gen. XXII, 9-13). Sin embargo, al propio Isaac nunca se le revela un ángel o algo parecido.
Su hijo Jacobo, en cambio, tiene una larga historia de encuentros con ángeles. Al contrario de su abuelo Abraham, que tuvo encuentros de tipo "business" con los ángeles, Jacobo tiene encuentros mucho más místicos y traumatizantes. Una noche apoya su cabeza en una roca, y sueña toda la noche con la imagen de Dios en lo alto de una escalera. Por la escalera bajaban y subían ángeles (Gen. XXVIII, 10-12). Los ángeles no traen ningún mensaje a Jacobo, Dios le habla directamente y le promete una prolífica descendencia. Es ésta una imagen tremendamente importante para el análisis de los ángeles en la mitología judía. Simboliza indudablemente la calidad de semi-dioses de los ángeles y de su situación media entre hombres y Dioses. En el sueño de Jacobo el servicio que los ángeles prestan es totalmente inútil, Dios habla directamente. Sin embargo, estan ahí, presentes, subiendo y bajando la escalera. Tal vez, su objetivo es evitar que Jacobo intente subir por la escalera, tal vez...
En otro relato no menos fascinante y místico, Jacobo se enfrenta a un ángel que no se presenta como tal. Pelean toda la noche y al final, derrotado el ángel, éste bendice a Jacobo cambiándole el nombre a Israel (Gen. XXXII, 25-32). El relato es místico, lleno de símbolos y de misterio. En ningún momento el ángel se presenta como tal, en ningún momento se dice que Jacobo sabía que se trataba de un ángel, sin embargo está claro desde el principio para el lector que de eso se trata. Solamente al final de la lucha y la conversación entre ambos, cuando el ángel se aparta y Jacobo nombra al lugar Peniel, es mencionado de forma clara que se trataba de la presencia de Dios personalizada en un hombre.
Mito nacional de un pueblo, mito personal de los ángeles
Es Moisés, aquel que hablaba con Dios "cara a cara" que abre la época de los ángeles en el desierto. Cuando Moisés ve la zarza ardiente que no se consume, escucha la voz de Dios. Al acercarse, un ángel (según la exégesis del medioevo) le advierte que no se acerque demasiado (Éx. III, 1-10). El Midrash (literatura post-bíblica) cuenta asimismo una historia según la cual Moisés es salvado en su niñez por un ángel. El faraón lo pone a prueba, dándole a optar por un plato con joyas o un plato con carbones ardientes. El niño extiende su mano hacia las joyas pero el ángel, salvándolo de las sospechas del Faraón que este niño será aquel que lo despojará del trono, mueve su mano hacia el carbón. Durante el camino hacia la Tierra Prometida, nos cuenta la Torá que un ángel iba siempre delante del campamento, cuidando a los israelitas (Éx. XIV, 19; XXIII, 20). Dios promete a Moisés, durante su camino en el desierto, que enviará un ángel a la tierra de Canaán, a expulsar a los pueblos politeístas que habitaban aquel lugar (Éx. XXXIII, 2). Cuando los israelitas se acercan a la Tierra de Israel, sale a pelear contra ellos Balac, Rey de los Moabitas. Éste, que tiene miedo al "Dios de Israel", le pide al brujo Bilaam que maldiga al campamento hebreo. Sin embargo, Bilaam se encuentra con problemas en su camino. Un ángel se aparece frente a él. La primera en reconocer al ángel es la asna del mago, y luego Bilaam mismo (Núm. XXII, 21-35). Al llegar ya a la tierra de Israel, los ángeles siguen ayudando a los hebreos, apareciendo frente a Josué, continuador de Moisés. El ángel es una señal del éxito del ejército de Josué contra la cuidad de Jericó (Jos. V, 13-15). Tras la muerte de Josué, el ángel de Dios vuelve a aparecer, esta vez dirigiéndose a todo el pueblo (Jueces II, 1-5).
Los héroes y sus ángeles
Durante la época de los jueces podemos apreciar la directa intervención de los ángeles, que en dos casos fueron reclutados para la ayuda de los héroes que salieron a salvar al pueblo de manos de sus enemigos. Guidón recibe una visita celestial en una visión de un ángel que lo impulsa a salir a la guerra para la liberación espiritual del pueblo (Jueces VI, 11-24). El segundo encuentro es aquella conocida visita del ángel a la mujer de Manoaj, madre de Sansón (Jueces XIII, 2-25), que analizamos en el artículo publicado en este medio, titulado "Todo Sobre Mi Madre". En el Capítulo II de esta entrega, analizaremos también ciertos aspectos de mitología comparativa, utilizando entre otros el modelo de Sansón. Durante el reinado de David, un ángel fue enviado a sembrar la muerte en el pueblo, a causa de un pecado cometido por David. En II Samuel XXIV lo vemos como un ángel de Dios que ha sido enviado a "destruir" (lehashjit) al pueblo. La misma narración existe en I Crónicas XXI. En ésta paralela, el ángel es descripto como Satán, el ángel de la muerte, que impulsa a David a pecar. Luego envía Dios otro ángel, aquel que castiga al pueblo. En tiempos del Reino de Israel y el Reino de Judea, los ángeles transmiten en general mensajes a profetas que a su vez advierten a los reyes y líderes. El profeta Eliahu es salvado de la desesperación y el hambre por un ángel enviado por Dios (I Reyes XIX, 1-8). El mismo Eliahu advierte al Rey Ocozías sobre sus malas acciones tras la aparición de un ángel (II Reyes I, 15). Su continuador, el profeta Elisha, envía un "ángel" (malaj) a transmitir un mensaje (II Reyes V, 10), sin embargo debemos entender que malaj es en sí un sinónimo de mensajero, por lo tanto es este un ser humano común, enviado por Elisha, y no un ángel de Dios. Durante esta época narrativa, un evento sorprendente tiene lugar. Cuando los asirios ponen sitio a Jerusalem, el Rey Ezequías, desesperado, consulta a su asesor, el profeta Isaías. Éste clama al cielo y durante la noche un ángel de Dios baja al campamento asirio sembrando la muerte en ciento ochenta y cinco mil soldados asirios. Este relato (II Reyes XIX, 35), vuelve a repetirse dos veces más en otras dos fuentes (Isaías XXXVII, 36; II Crón.XXXII, 21). Es claro que se trata de un relato etiológico que describe las razones por las cuales el sitio a Jerusalem fue cancelado. A pesar de ello, la presencia del ángel en el relato es fascinante.
En nuestra próxima entrega hablaremos de la figura del ángel, de la descripción de la imagen del ángel en ojos de los mortales, de la relación entre ángeles y hombres, entre ángeles y Dios y, por supuesto, del sorprendente caso de Job. Hasta el próximo capítulo...

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